El lenguaje es una de las funciones cerebrales que se desarrolla en los primeros años de vida, los niños antes del año suelen pronunciar sus primeras palabras, luego de los dos años emiten frases cortas que les permiten suplir sus necesidades básicas y llegando a los tres años, se empiezan a volver entes más competentes a nivel comunicativo, pasados los tres años, ya pueden sostener un dialogo sencillo y cotidiano con un adulto. Por esto, para los padres resulta más fácil la identificación de retrasos y desordenes, basta con comparar las habilidades lingüísticas de sus hijos, con las convencionales de la edad, según las experiencias vividas con sus otros hijos o con los demás niños del entorno.
Sin embargo al aparecer un diagnóstico, emitido por un especialista, acerca del desarrollo de esta importante función para el ser humano, muchos padres pueden sentirse perdidos y desorientados, por eso surge la pregunta, ¿Qué hacer ante un trastorno en el lenguaje de mi hijo?
En primer lugar es importante mencionar que los trastornos del lenguaje son alteraciones del desarrollo que afectan la comunicación, en sus aspectos comprensivo o expresivo, y en algunos casos comprensivo y expresivo, simultáneamente. Es decir, afectan la capacidad para comprender completamente lo que les transmite el entorno y/o expresar correctamente sus necesidades, sentimientos y pensamientos.
En segundo lugar existe una disciplina especializada en la intervención de trastornos específicos de la comunicación humana, llamada Fonoaudiología, la cual a través de intervención terapéutica, logra estimular las áreas lingüísticas a nivel cortical y favorecer el desarrollo de esta importante habilidad, claro está, las condiciones específicas de cada paciente, se reflejarán en la evolución.
En tercer lugar, posterior a la intervención de un especialista (fonoaudiólogo) y simultaneo a esta, los padres, familiares y cuidadores juegan un papel determinante en el desarrollo del lenguaje de los niños, debido a que el ambiente se constituye en el agente de continua estimulación, en él encuentra sus modelos y patrones de conducta y comunicación. Se ha escuchado por largo tiempo, que los niños son esponjas que absorben todo lo que hay a su alrededor, sin embargo los adultos no son conscientes, que deben dar el mejor de los ejemplos y proveer las herramientas necesarias para que los niños aprendan y se desarrollen de manera adecuada.
Dada la importancia de identificar cuáles son las fallas del ambiente en el que se desarrolla el niño, a continuación le proponemos responder unas preguntas de autoevaluación sobre su rol en este proceso:
¿Ha invertido usted diariamente, tiempo de calidad para interactuar comunicativamente, a través del juego con su hijo?
¿Modela usted el lenguaje verbal en su casa, haciendo solicitudes de manera educada, con palabras como por favor y gracias?
¿Ve usted a su hijo como un ente social y comunicativo con el cual puede interactuar y establecer un dialogo, así sea pequeño y no pueda responder lo que le dice?
¿Incentiva usted a su hijo a responder el saludo o a preguntas como su nombre, edad o el nombre de papá y mamá?
¿No responde usted de manera inmediata a las solicitudes de su hijo, si las realiza sin usar el lenguaje verbal, utilizando señas o gestos como recurso para indicar lo que desea?
¿Dedica tiempo a enseñar palabras nuevas y a corregir aquellas que su hijo pronuncia de manera inadecuada?
¿Expone diariamente a su hijo a ambientes de interacción con pares?
Si alguna de sus respuesta fue "No", podrá evidenciar que algo de lo que debería hacer, como modelo comunicativo de su hijo, no lo está haciendo, o por lo menos no lo hace de la forma adecuada, lo cual indica que el ambiente no le está proporcionando a su hijo las herramientas necesarias para el correcto desarrollo de su lenguaje.
En FONOKIDS, Centro de estimulación del lenguaje infantil, consideramos que es determinante para la evolución de los trastornos del lenguaje, la participación de los padres y cuidadores, como reforzadores del proceso terapéutico y estimuladores en casa, ya que de ello depende el avance del tratamiento y la garantía de un desarrollo comunicativo saludable en el niño.